La cura marina
Laureano Domínguez rescata y promueve los Dispensarios Marinos para restablecer la memoria celular y recobrar la salud.
Entrevista realizada por Karina Malpica y Banijam.
El Plasma marino.
Plasma es básicamente el líquido donde nadan las células de nuestro cuerpo. René Quinton dedujo en 1904 que el mar es un gran plasma puesto que el líquido donde nadan nuestras células es análogo al agua de mar. El agua de los océanos viene siendo el plasma del planeta, visto como una célula del cosmos, y lógicamente este plasma influye sobre todos los procesos vivos de la Tierra. Desde la savia de las plantas y los torrentes sanguíneos de todas las especies, hasta el aire que se origina dentro del fitoplancton marino.
El Plasma de Quinton.
Según dedujo Quinton a principios del siglo XX, si el agua de mar está limpia (esterilizada a través de microfiltrado en frío y no mediante elevación de su temperatura ya que esto altera sus propiedades) y cuenta con una adecuada concentración de sales (extrayéndola de zonas específicas llamadas vórtrex marinos bajo ciertas condiciones patentadas por él mismo), este plasma tendría propiedades curativas sobre los organismos vivos. Para contrastar su deducción, Quinton experimentó con animales antes de atreverse a probar el plasma en seres humanos. Según pudo comprobar, su hipótesis era correcta, por lo que se dedicó a estableciendo varios Dispensarios Marinos dentro y fuera del territorio francés con impresionante éxito, especialmente en casos de enfermedades infantiles que hasta entonces habían sido mortales. Dichos dispensarios funcionaron hasta que la negligencia médica y el caos de la Primera y Segunda Guerras Mundiales los relegaron al olvido.
Laureano Domínguez Ruiz, escritor, periodista e investigador colombiano, expone los resultados de su labor para rescatar los trabajos que el científico francés René Quinton realizó a fines del siglo XIX y principios del XX en torno al plasma marino y sus aplicaciones terapéuticas. Esta investigación forma parte de una teoría más amplia sobre la memoria, la Teoría General del Atavismo, que Laureano ha venido investigando desde hace 25 años y sobre la cual ha escrito dos libros (Atavismo, Pedagogía del atavismo) y algunos ensayos.
¿Cómo fue que abordaste por primera vez el tema del Plasma de Quinton, Laureano?
Básicamente, cuando escuché hablar del tratamiento que René Quinton experimentó en su propio organismo en el París de 1897. Dicho tratamiento consistía en entrar en contacto con el mar durante tres meses. Yo hice lo mismo debido a ciertos problemas que padecí a raíz de un accidente donde tuve lesiones múltiples de cráneo y lesiones delicadas también en la columna. Cuando conocí un poco de base teórica, me fui a las playas colombianas en el mar Atlántico, invitado por alguien que ya conocía a Quinton, que dirigía un Centro de Tratamiento Marino. Hacía veinte años que lo habían fundado treinta médicos de la Universidad de Antioquía, Colombia. Básicamente la terapia consistía en elevar la temperatura del mar a la temperatura intema de nuestro cuerpo, poner algunas plantas medicinales y sumergir a las personas por periodos de treinta minutos. Y este es un contacto casi directo con el mar porque las piscinas están cerca de la playa. Después se hacen una serie de ejercicios de limpieza de las vías respiratorias, y ejercicios asimilatorios al vuelo de las aves, dentro del mar.
¿Y qué resultados obtuviste?
A los 48 días exactamente yo empecé a trabajar otra vez, cosa que no podía hacer después del accidente. Y asombrosamente recuperé un 70% de la visión que había perdido, a partir de unos ejercicios que me enseñaron en el Centro que consistían en sumergir la cabeza con los ojos abiertos en el mar una cantidad de veces en la mañana y otras en la tarde. Con esto mi vista empezó a aclararse. Además vi cosas maravillosas. No digo que milagros pero sí cosas increíbles. Mi madre llegó con una úlcera varicosa que le había perdurado durante más de dieciocho años, ya en estado grave, y nadie le había podido curar. Sin embargo, en sólo diez días de tratamiento la herida se cerró. También tenía problemas graves articulares a nivel de la rodilla que se le resolvieron. Y ahí empezó mi relación con el método marino.
¿Cuándo comenzó a estudiar Quinton el plasma marino?
En 1897 Quinton, aquejado de una tuberculosis pulmonar, consultó a un sacerdote jesuita, amigo suyo. Éste le refirió un texto de Platón, donde Platón cuenta que unos sacerdotes egipcios le sanaron con «la cura marina», que así se llamaba desde esa época. La cura marina consistía en irse tres meses a estar en contacto con el medio marino. Hasta hace poco, los hospitales marinos que funcionaban todavía en Europa tenían ese parámetro, aunque no sabían de dónde provenía exactamente. Yo he visitado varios hospitales marinos, pero los tres meses sólo se quedan los niños escrupulosos o tuberculosos para beneficiarse de la brisa marina. Allá en Colombia sí se cumplen los tres meses y además complementan con estos baños, elevan un poco más la temperatura, agregan algunas plantas medicinales y gracias a la vaso dilatación se ven cosas sorprendentes...
¿Podrías explicar brevemente los fundamentos de la terapia de Quinton?
Durante la cura marina de Quinton sucedió una experiencia muy curiosa. Unos campesinos entraron a la sala donde él descansaba llevando una víbora adormecida por el letargo invemal. De repente Quinton ve que la víbora recobra toda su vitalidad cuando se adapta a la temperatura del lugar. Y se le ocurrió que la actividad cerebral propia de ese organismo coincidía con la época climática en la que apareció en la escala zoológica. Así es que toda la investigación de Quinton, que es un trabajo hermosísimo, amplio, profundo y sustentado minuciosamente durante más de diez años, parte de este hecho de que la víbora despertase a la temperatura en la que fue creada. A partir de allí logró dilucidar que la temperatura interna de cada especie, determina la fecha exacta de su aparición en la serie zoológica. Así empezó todo el escaleramiento de las eras a través de la historia. Y cuando comprobó con termómetro en mano, especie por especie, este escaleramiento gradual que tiene que ver con el enfriamiento del planeta, Quinton concluyó que había una tendencia a mantener la temperatura de los orígenes. La siguiente cuestión que se planteó fue qué otras características existían en los orígenes además de la temperatura, puesto que el mar le devolvió a él mismo el equilibrio. Entonces pasó a fijarse en la composición del medio interno de los seres vivos y encontró que aparte de la temperatura original, también debía haber una composición flsica y química determinada y en última instancia encontró que esa temperatura y esa composición flsica y química eran la ayuda que el agua de mar provee al organismo.
La experiencia debe corroborar a la teoría. ¿Qué experiencias tenemos respecto al uso del Plasma de Quinton?
Bueno, lo que Quinton concluyó fue que todo este trabajo definitivamente tenía que traducirse en una terapia, en una aplicación clínica. Y lo que hizo después fue comenzar a investigar con mamíferos a los que incluso llegó a intercambiar todo su medio interno por agua de mar hasta comprobar que nunca se sacrificaba ni un solo de ellos, y que al contrario, les daba una vitalidad extrema y características de máxima actividad. Posteriormente empezó a hacer las mismas pruebas en clínica humana, y para esto se inventó unos lugares que llamó Dispensarios Marinos, el primero de los cuales abrió en 1907. Allí empezó a atender problemas propios de la época, sobre todo entre la población infantil, de nutrición, deshidratación, artrepsias y atrofias. A partir de entonces comenzó a ver casos que corroboraban con una pasmosa lógica todos los postulados que ya había resumido durante diez años de experimentación en un gran libro que se llamó: El agua de mar, medio orgánico. En este libro está resumida toda su investigación, contiene un apartado teórico bien definido y una serie de memorias de las investigaciones basado en las cuales formuló sus Leyes de Constancia General que son: la Ley de la Constancia Térmica, la Ley de la Constancia Osmótica, la Ley de la Constancia Lumínica y la Ley de la Constancia Marina, que sustentan y se traducen en la Terapia Marina.
¿Y qué se desprende de estas leyes de Constancia General de Quinton?
Estas leyes, que aún son desconocidas en el ámbito científico, encajan dentro de todo lo que yo ya venía tratando de clarificar dentro de la Teoría General del Atavismo. Me parece que darían claridad a muchos conceptos que todavía están vagos y que no nos permiten obtener una nitidez memórica que se pueda traducir, como hizo Quinton, en leyes. Más aún, concluyó que desembocaban en una terapia, demostró suficientemente la terapia, y aquí es donde por características propias del pensamiento humano y de las verdades que tenemos como instaladas, resulta tan sencillo que nos parece mentira.
¿Cómo es esto?
Me he encontrado gente que dice: es que si esto fuera verdad, ya se sabría. Es el común denominador. Básicamente, la paciencia que hay que tener es la paciencia que tuvo Quinton en su época. Cuando él descubrió el Método Marino, se le acercó mucha gente y le dijeron que preparara escritos, para ver qué aplicabilidad tenía en la política, en la sociología, en la filosofla científica, y él se quedó asombrado, «¿De qué están hablando? ¿Cómo me voy a poner a escribir libros? Hay cosas más apremiantes que escribir libros». Eso les contestó a los que estaban preparando la enciclopedia de la Universidad de París, les dijo: «Tenemos que salvar vidas». En esa época moría mucha gente, sobre todo entre la población infantil, y cuando le preguntaron cómo, les contestó: «Pues abriendo dispensarios», y no dijo más. Simplemente abrió un dispensario, y a los cuatro meses otro y en poco tiempo, cuando vieron los resultados tan espectaculares, los hospitales de París empezaron a cederle enfermos terminales. Posteriormente fue a Norteamérica, invitado por la Sociedad Homeopática, y luego al Cairo donde había una alta mortalidad infantil en la época de verano. Él iba personalmente, daba instrucciones y con sólo agua de mar, resolvía el asunto. Y no hizo nada nuevo, simplemente recuperó algo que se había perdido, concatenó las ideas, las ordenó, escribió las leyes, las demostró y se dedicó a crear en silencio.
¿Y cómo se entrelazan los trabajos de Quinton con tus teorías sobre el atavismo, Laureano?
La experiencia del atavismo se empezó a vislumbrar en forma más exacta cuando Herbert Spencer sentó sus principios de la filosofia evolucionista, y sugería que la memoria tenía que ser un asunto biológico. No habíamos caído en cuenta de que esa memoria de los orígenes, siendo un asunto biológico y siendo regida por la actividad cerebral global, podía llevarse a sus orígenes con un suministro de plasma marino. Esto encajó perfectamente con el atavismo cuando supe de los trabajos de Quinton que él denominó Grupo Prenatal. Experimentó con un grupo de mujeres en Francia que habían tenido embarazos anómalos, o el bebé nacía mal, o antes de tiempo, o se moría en el primer año de vida. Y en el próximo embarazo de estas mismas mujeres, se aplicó el plasma marino y no sólo vieron nacer bebés normales, con peso elevado, sino que también vieron desaparecer taras fisicas hereditarias. Este es el punto clave del que debe partir la investigación para llegar a corroborar estos postulados básicos de Quinton en la teoría del atavismo. Yo, ya en el prólogo (El plasma de Quinton, de André Mahé) planteó que se sugiere que la célula, al regresar al contacto con sus orígenes, subvierte, por usar una palabra sencilla, el sentido de tiempo y espacio. Esto es lo que sugieren también estos experimentos de Quinton con el Grupo Prenatal.
¿Por qué se volvió a perder el conocimiento de la Cura Marina si estaba teniendo tan buenos resultados?
El pronóstico que Quinton le hizo a su primer grupo de médicos y a todos los investigadores que empezaron a firmar los informes de los pacientes que se salvaban en el hospital, fue que todo este conocimiento se entendería hasta cincuenta años después. Quinton fue un visionario. Hay un dato que tal vez pocos conocen: a partir del descubrimiento de la Ley de la Constancia Térmica, Quinton se ganó como mecenas al Doctor Marey, que había gastado sesenta años de su vida investigando por qué volaban las aves, y Quinton llegó y le dijo: «Porque en el interior de sus alas tienen 44º, por eso vuelan las aves». Y cuando el Doctor lo comprobó, se quedó asombrado y lo nombró su asistente en el Laboratorio de Fisiología Patológica. Y esta idea de Quinton es lo que impulsó la aviación en el Estado francés. ¡Imagínense!. Los periódicos de la época se burlaban cuando él decía «Llegará el día en que volemos sin hélice y sin motor», pero él sabía a donde íbamos. Siempre decía que hay que tener paciencia y lo previó. De hecho dijo: «Pasarán cincuenta años antes de que se asimilen las Leyes de la Constancia». Y pues no hace mucho que se empezaron a reeditar sus obras en París muy tímidamente. Y apenas hace seis meses ha salido en castellano este trabajo realizado por André Mahé y que es, digamos, el primer cuadernillo en forma didáctica que propone el diálogo de redescubrimiento de los experimentos básicos que dieron lugar a la pronunciación de la Ley de la Constancia General y lo que hay que hacer ahora. Ojalá que a partir de un cuademo tan sencillo podamos crear la inquietud entre jóvenes investigadores para que se repitan estas experiencias que corroboraron la Ley de la Constancia. Por ejemplo, Quinton hizo el experimento de tomar células de las diferentes especies, ponerlas en agua de mar y descubrió que en el agua de mar tienen una vida útil normal de 21 días. Pónganla en una solución de Cloruro Sódico y duran dos horas.
Hay un experimento muy famoso que llevo a cabo Alexis Carol, premio Nobel de Biología. Él puso células de un corazón de pollo en un plasma que era una composición similar a la sangre, y cada día cambiaba el plasma. Las células de este corazón vivieron durante dieciséis años, y parece ser que habrían vivido más, pero murieron porque el ayudante se olvidó de cambiar el plasma en un fin de semana largo. Entonces esto demostró entre otras cosas, que las células no tienen por qué morir si cuentan con un medio adecuado. Lo cual, dicho sea de paso, corrobora el principio del naturismo de que lo primero es desintoxicar. O sea que, manejando bien estos conceptos, el agua de mar sería un elemento de primer orden, a nivel preventivo y a nivel terapéutico.
Y nutricional. Es muy importante recalcar la parte de la nutrición, porque lo que se ha visto en este campo es impresionante...
¿Cuántas sales tiene el agua de mar?
En realidad tiene todos los elementos de la Tabla Periódica, en proporción exacta la de la vida.
La meta de Laureano
En opinión de Laureano Domínguez, continuar con las investigaciones de Quinton a la luz de los últimos paradigmas científicos, bien podría revolucionar los campos de la medicina y la biología, cuando menos. Es por ello que se ha dado a la tarea de retomar sin egoísmos la antorcha de Quinton embarcándose en la tarea de dar a conocer su obra en castellano con el único fin de crear conciencia entre quienes puedan impulsar nuevamente la creación de Dispensarios Marinos en zonas de alta mortalidad infantil, inicialmente en Colombia», no sólo para salvar vidas, sino para que sirvan como «cátedras de observación a la ciencia médica». Como parte de sus labores, ha prologado el libro de André Mahé: El Plasma de Quinton (Icaria 1999); ha dictado en Barcelona algunos cursos sobre las Leyes de la Constancia de Quinton; ha invitado a especialistas y continúa buscando aliados científicos para actualizar los experimentos básicos de Quinton a fin de rescatar sus aportaciones del olvido.
Bibliografía:
André Mahé. El Plasma de Quinton: El agua de mar, nuestro medio interno. Icaria. Milenrama. Barcelona 1999.
René Quinton. L‘eau de mer, milieu organique. Encré. Francia 1904. Reeditado en 1995.
Jean Jarricot Le Dispensaire marin. Masson Francia 1921.
Leyes de la Constancia de Quinton.
Ley de la Constancia Térmica.
Frente al enfriamiento del globo, la vida animal, aparecida en estado de célula a una temperatura determinada, para su elevado funcionamiento celular, en los organismos indefinidamente suscitados a este efecto, tiende a mantener esta temperatura de los orígenes.
Ley de la Constancia Marina.
La vida animal, aparecida en estado de célula en los mares, tiende a mantener las células constitutivas de los organismos para su funcionamiento celular elevado, a través de las series zoológicas, en el medio marino de los orígenes.
Ley de la Constancia Osmótica.
La vida animal, aparecida en estado de célula en mares de una concentración salina determinada, ha tendido a mantener, para su funcionamiento celular elevado, a través de la serie zoológica, esta concentración de los orígenes.
Ley de la Constancia General.
Frente a las variaciones de todo orden que pueden sufrir en el curso de las eras los diferentes hábitats de la vida animal, aparecida celularmente en condiciones fisicas y químicas determinadas, ésta tiende a mantener, para su funcionamiento celular elevado, a través de la serie zoológica, estas condiciones de los orígenes.